Visitamos la segunda ciudad más grande de Australia el viernes 15 de diciembre de 2017. Hacía mucho tiempo que quería ver a Amelie Lens (una DJ de techno belga que lo está petando en este momento). De hecho, vino dos o tres veces a Barcelona durante 2017 pero, por desgracia, nunca conseguí verla. Me emocioné cuando escuché que venía a Sydney, pero… Dos meses antes de su actuación, cuando intenté comprar las entradas, ya estaban agotadas. Por eso, cuando me enteré de que iba a pinchar en Melbourne, hablé con Gorka. ¡Lo hablamos un poco y decidimos ir a verla y pasar el fin de semana en Melbourne!
El jueves tenía que trabajar de 17:00 a 00:30… Llegué a casa a la 01:00 y, después de cenar y ducharme, ya eran las 02:00 de la mañana. Dudé por un rato si irme a dormir o no y, al final, me acosté en la cama, pero no dormí nada. Estaba demasiado nervioso ja, ja. A las 04:00, el taxi estaba esperando en la puerta para llevarnos al aeropuerto.
Utilizamos un FASTeTICKET de “Cabcharge” que un cliente “regaló” a Gorka en el restaurante en el que trabajaba. Investigué un poco sobre estas tarjetas y fue un poco extraño. Básicamente, me dijeron (varias veces) que sí, que solo era válido para un viaje, pero que no tenía una cantidad máxima de dinero que pudiéramos gastar. Entonces, cuando les pregunté: “pero, eso no tiene mucho sentido para mí, ¿significa que podemos coger un taxi e ir de Sydney a Perth?” Ellos respondieron: “¿por qué no?” Más tarde, descubrimos que, evidentemente, no podíamos ir tan lejos con ese ticket…
El viaje hasta el aeropuerto duró unos 20 minutos. No tardamos mucho en pasar por el control de seguridad. Así que, alrededor de las 04:30 ya estábamos esperando a que abrieran la puerta de embarque. Como el vuelo salía a las 06:15, intenté (sin éxito) dormir un poco mientras esperaba. En eso setaba cuando escuché una voz que me resultaba familiar. Me puse de pie y confirmé mi sospecha, era “Javiera”, una chica muy simpática de Chile que fue mi compañera de trabajo en el restaurante mexicano durante dos meses. Sí, habéis leído bien, “fue”.
He cambiado de lugar de trabajo, pero esa es otra historia para otro día. Volviendo a la historia que nos ocupa, la saludé a ella y a sus amigos chilenos y me enteré de que iban a Brisbane. Mucha gente habla de Brisbane y parece que es un lugar interesante. Está en el medio de la costa este y en vuelo se tarda un poco más de una hora. Tendré que visitarla tarde o temprano 🙂
Aterrizamos alrededor de las 08:00… Un momento, antes de seguir con la historia, me gustaría hacer un inciso y explicaros algo. Me sentí un poco raro cuando crucé la puerta de embarque y nadie nos pidió los pasaportes. Pensamos que tal vez se les había olvidado hacerlo o que, de algún modo, habíamos logrado embarcar sin que nos los pidieran, pero más tarde descubrimos que ese no era el caso.
Una vez en Avalon (un aeropuerto como a una hora de Melbourne y mucho más pequeño que el de Granada) descubrimos que la única forma de llegar a Melbourne era pagando 24 AUD para subir al Skybus… Bueno, hay otras formas, como hacer auto stop o coger un uber o un taxi hasta Lara, y desde allí tienes un tren a Melbourne. Pero, después de echar cuentas, decidimos que no teníamos más remedio que coger el bus de precio desorbitado…
Llegamos a Melbourne una mañana soleada de la tercera semana de diciembre. El hostal era… era, que ya era suficiente 🙂 Justo después de entrar en nuestra habitación, un vagabundo se unió a nosotros como nuestro nuevo compañero de cuarto. Tuvimos una conversación interesante con él. Nos dijo que había estado durmiendo en la calle durante las últimas semanas y que estaba feliz de tener una cama ahora. Sin embargo, cuanto más hablaba, menos me gustaba su forma de ser.
Cuando le dije que podía trabajar como lavaplatos para tener una vida “decente”, me dijo que ya estaba jubilado y que había trabajado demasiado en su vida y estaba cansado de trabajar. Cuando le pregunté cuánto tiempo había trabajado, me dijo que trabajó durante 30 años… Luego, se quejó de lo cara que era la vida, objetando que 50 AUD al día no le daban para comer.
¡¿Qué?! Yo gasto unos 50 AUD a la semana cuando hago la compra. Cuando le dije eso, se volvió hacia mí realmente sorprendido y me preguntó: “¿qué comes?” “Cosas básicas como pasta, arroz, verduras, etc”, respondí. Respondió que a él no le gustaba cocinar… Su última queja fue sobre el precio del tabaco, que, de hecho, es una locura: alrededor de 25 AUD por paquete. Le pregunté que por qué no intentaba dejar de fumar y me dijo que era demasiado tarde y que prefería gastar su dinero en tabaco en lugar de en comida… 😅
Siguiendo con la historia, a pesar de que estaba súper cansado, decidimos salir a caminar para conocer un poco la ciudad. Queríamos empezar yendo al Parque Olímpico de Melbourne para ver la Rod Laver Arena, la pista que acoge la final del Abierto de Australia (esperemos que Nadal gane allí pronto). Nos dimos cuenta de que la segunda ciudad más grande de Australia tenía algunas diferencias en comparación con la primera. Por ejemplo, los semáforos para peatones están mucho menos tiempo en rojo (¡gracias a Dios!), las calles son más ancha, se pueden ver a algunos músicos tocando en la calle, etc.
Vimos algunos indicios que mostraban que la Navidad estaba a la vuelta de la esquina. Árboles de Navidad y algo de decoración pero, nada que ver con lo que tenemos en Europa. Poco a poco, llegamos al río Yarra, el cual necesitábamos seguir para llegar al Parque Olímpico. El paseo fue agradable. El sol brillaba en el cielo mientras algunas personas estaban de picnic o hacían barbacoas.
Finalmente llegamos a la pista Rod Laver Arena y… descubrimos que estaba cerrada. Aun así, pudimos echarnos algunas fotos con la pista a nuestras espaladas. Casi toda el área estaba en construcción. El torneo comenzaría pronto y todavía necesitaban terminar algunos detalles. En esa zona también se encontraban el campo de cricket de Melbourne y algunos otros estadios de tenis y fútbol australiano. Después de pasar un rato paseando por el complejo olímpico, compramos la tarjeta Myki (como la tarjeta Opal para NSW) para poder coger el tren y regresar al albergue, donde, finalmente, pude dormir un poco 😁
Al despertarnos de la siesta descubrimos que teníamos una nueva compañera de cuarto, una chica de Alemania (¡hola Shannon!) de tan sólo 18 años. Es increíble el coraje que algunas personas tienen para aventurarse a lo desconocido y conocer este mundo un poco mejor 🙂 Si estás leyendo esto por casualidad, ¡saludos desde Sydney!
Fuimos a Aldi a comprar algunas bebidas para prepararnos para Amelie Lens. Teníamos miedo de que la ley del lockout también se aplicara en esta ciudad (al igual que en Sydney). Es una ley que no te permite seguir bebiendo o entrar en un club después de cierta hora. ¡No es tan grave! (estaréis pensando). ¿Y qué diríais si supierais que incluso los supermercados, antes de cerrar, dejan de vender alcohol? Gracias a Dios en Melbourne tienen más sentido común y, después de reírse de nosotros, la chica nos dijo que podíamos comprar lo que quisiéramos 🤙
Antes de empezar con las copas, fuimos a un bar, donde vimos a unos borrachos celebrando la Navidad. Hablamos con una chica irlandesa que nos dijo que logró la extensión de su visa haciendo trabajo agrícola. Básicamente, había pasado cuatro meses y medio, ocho horas al día y cinco días a la semana… ordeñando vacas. Sí, habéis leído bien: ordeñando vacas. ¿Quién sabe? Tal vez algún día lo haga yo mismo 🙂
Mientras cenábamos y empezábamos con el pregame, conocimos alguna gente simpática. Esto es, con diferencia, lo mejor de quedarse en hostales: la cantidad de personas increíbles con pasados e historias súper diferentes que puedes conocer. Hablamos con gente del Reino Unido, Senegal, Japón, Italia, etc. Si estás leyendo esto por casualidad, Yuki, espero que lo estés pasando bien. Ojalá algún día pueda leer tu blog en japonés, ja,ja (y ese día ya ha llegado, ¡vamos!).
A las 01:30 llegamos al club “Bottom End”, donde la “magia” ya había comenzado. El club me recordó a algunos de los que salen en Trainspotting, principalmente por el ambiente y las personas que estaban allí :). Había muchos escenarios diferentes con grandes DJs actuando. Al final, el momento soñado llegó: pudimos ver a Amelie Lens en directo ¡La razón por la cual el fin de semana en Melbourne se había hecho realidad estaba allí, frente a mí! Su set fue increíble y estábamos tan cerca de ella que incluso pude tocar su mano (minuto 2:05), ¡ahhhhhhhh! (como una rubia bimbo gritando después de agarrar… La mano de Justin Bieber).
Nos fuimos a dormir un poco tarde, por lo que a la mañana siguiente no nos levantamos tan temprano como queríamos. Después de despertarnos y hablar un poco con Shannon, nos preparamos y nos dirigimos a Brighton Beach, la famosa playa llena de “casetas” en Melbourne. El tren nos llevó allí en unos 30 minutos. Nos dimos cuenta de que, al igual que nosotros, había algunos turistas que también pensaron que era una buena idea ir a ver la famosa playa un sábado por la tarde. Las casetas (casas) eran bonitas, con diseños muy peculiares. Desde allí, había unas buenas vistas del skyline de Melbourne. Las vistas eran mejores que la playa, desde mi humilde punto de vista 😄
Después de descansar un poco y recuperar energías, volvimos a Melbourne para ver el Royal Botanic Garden y el Shrine of Remembrance. El Royal Botanic Garden de Melbourne me pareció más grande y bonito que el de Sydney. Después de ver mi segundo jardín botánico, sentí que estaba empezando a entender mejor Australia. Es cierto que sólo he estado en dos ciudades, o al menos, en dos grandes. No obstante, parece que todas tienen la misma configuración: un gran skyline con todos sus negocios y edificios altos, un jardín botánico real (que es el pulmón de la ciudad y en el que se pueden apreciar muchas clases de plantas, árboles y algunos animales), y algunas calles principales que dividen la ciudad en diferentes bloques.
Como decía antes, el jardín era realmente bonito. Pudimos ver algunos grupos borrachos de personas divirtiéndose, tocando músico o jugando, algunos pájaros extraños que emitían un sonido de alarma y algunos árboles impresionantes. Estábamos muy cansados en ese momento, pero conseguimos llegar hasta el Shrine of Remembrance. ¿Y qué es el famoso Shrine of Remembrance? Pues una especie de panteón erigido como monumento a las personas que perdieron la vida en la Primera Guerra Mundial. También alberga celebraciones de ANZAC anualmente.
Después de arrastrar los pies subiendo y bajando las escaleras, quedamos con Shannon en que nos encontraríamos con ella en la entrada de la Torre Eureka para ir a ver la puesta de sol desde allí arriba. La Torre Eureka tiene el punto de observación más alto del hemisferio sur. El precio era de 22 AUD (aunque el sitio web anunciaba 20…) pero luego, si les enseñas tu tarjeta Myki, obtienes un 11% de descuento. Por supuesto, esto último no estaba anunciado ni dicho en ninguna parte 😉
Las vistas desde la cima eran bastante impresionantes. Había un mirador adicional donde podías desde el que podías sentir la sensación de tener los pies flotando en el aire. Por supuesto, no podías usar tu propio teléfono para sacar fotos. Tenías que utilizar el que te proporcionaban en la torre para que pudieran cobrarte felizmente por ello. Maldito capitalismo… Esperamos pacientemente hasta que se puso el sol y tomamos algunas fotos bastante chulas.
Esa noche no salimos. Tuvimos suficiente con la primera. Sí, ya vamos para viejos, ja,ja. Cenamos en un restaurante indio cerca del hostal. De vuelta, tomamos unas cervezas con la gente del hostal y nos fuimos a dormir.
El domingo por la mañana era nuestra última mañana en Melbourne. Así que, después de desayunar y despedirnos de Shannon, el vagabunda y Yuki, fuimos a ver el Queen Victoria Market. El mercado es enorme y puedes encontrar cualquier cosa, desde comida hasta regalos y ropa. Vimos una puesto de comida donde estaban preparando paellas, y, tras acercarnos, conocimos a unos españoles que estaban de vacaciones en Australia. Tenían entre 40 y 50 años. Hablamos un rato, compartimos algunas experiencias y consejos, nos despedimos y nos fuimos.
Todo lo que nos quedaba era ir a Hosier Lane para ver algunas de las famosas obras de arte y graffitis. Antes de eso, sin embargo, nos detuvimos en la Biblioteca Estatal de Victoria (la segunda más grande de Australia) para culturizarnos. Mi primera impresión de Hosier Lane no fue la mejor, pero, mientras caminaba por los diferentes callejones, logré que me gustara más. Supongo que eso es algo que vemos muchas veces en la vida 😉
El fin de semana en Melbourne había terminado y regresamos al aeropuerto de Avalon. Allí, tuve una discusión con uno de los miembros del aeropuerto sobre por qué no revisaron nuestros pasaportes. Básicamente, como en Australia no han sufrido ningún ataque terrorista como los que hemos tenido en Europa, al tomar un vuelo nacional, no es necesario enseñar el pasaporte ni tirar los líquidos antes de embarcar. Espero que sea así para siempre 😁